viernes, 7 de noviembre de 2014

Ejercicio lúdico, ejercicio funcional.

Escribo estas líneas a raíz de una experiencia personal.
Hace unos llevé a mi hija a un polideportivo en su primer día de escalada en rocódromo. Como la actividad duraba dos horas y no vivo en Zaragoza, quise aprovechar el tiempo sacándome un bono de día para acceder a la sala de fitnes.
Dudaba entre hacer un poco de musculación o nadar, pero como me gustan los deportes de fuerza, decidí probar  lo primero.  Cual fue mi decepción al entrar en la sala: Un espacio bastante amplio dedicado a máquinas para el trabajo segmentario de los grupos musculares (el próximo día nadaré).
Cada aparato, promete hacer un trabajo de cada grupo muscular para conseguir nuestro “cuerpo deseado”.
Es una forma fácil de hacer gimnasios (los aparatos, por caros que sean cuestan menos que el personal cualificado), pero se está ofreciendo una forma de ejercicio errónea en muchos aspectos:
-  En primer lugar, el trabajo aislado en máquinas por grupos musculares ¡no sirve prácticamente para nada!. Se gana poca fuerza, pues la posición de sentados no nos posibilita el manejar pesos de forma segura y  el estímulo metabólico es muy pequeño, la trasferencia a otros deportes o la vida cotidiana es escasa pues  no se estimula el sistema nervioso….  Si insistimos, lo único que lograremos es una tendinitis.  Sólo sería útil en la rehabilitación de lesiones (aunque no estoy seguro, pues ese no es mi campo) y, como mucho, en atletas especializados en fuerza  que después de un entrenamiento de verdad deseen hacer algo de aislamiento.
-  No sirve para “quemar grasas”: En primer lugar porque la grasa no se pierde de forma localizada. En segundo lugar, porque al estar sentados, el esfuerzo aeróbico es mucho menor.
-  No  compensa a nuestras  actividades cotidianas: ¡Todo el día sentados y cuando entrenamos, también sentados!.
-  Lo más importante: No nos divertimos.

El enfoque funcional del ejercicio (por adelgazar, ganar músculo…), hace del entrenamiento  una condena y no nos deja disfrutar de uno de los placeres que nos da la vida: El movimiento.

Ya vale de tantos gimnasios que nos sacan el dinero a costa de promesas que saben que no son ciertas.
Vale de modas  y de ejercicio al servicio de la imagen.


Quiero reivindicar un ejercicio físico lúdico, de aprendizaje de valores y de emociones. Algo que nos permita hacer un paréntesis en nuestra  jornada y nos haga mejores personas. Si además estamos más fuertes y sanos, pues mejor. 

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